Hoy en día nos puede parecer algo obsoleto e incluso ingenuo, pero a finales de los 90 tener un teléfono con fax era el colmo de la modernidad y la tecnología. Uno de los caminos más efectivos para conseguir ideas originales es imaginar situaciones extremas en las que pueda intervenir el producto que queremos anunciar. En el caso de esta campaña para Telefónica se trataba de encontrar un ambiente en el que fuera imprescindible emplear el fax para comunicar un mensaje rápidamente. ¿Y qué mejor que una comunidad de monjes enclaustrados y con voto de silencio?