La publicidad exterior, y especialmente las vallas, es uno de los campos en los que los creativos han de aguzar el ingenio mucho más de lo habitual. Por tratarse de espacios físicos limitados, que no permiten la inclusión de un texto explicativo, situados muchas veces en lugares alejados de la vista de un posible lector, que en demasiadas ocasiones cuenta con un par de segundos para visualizar la imagen y el titular y captar el mensaje (como sucede en las que están situadas junto a una carretera), las vallas constituyen un auténtico reto para la capacidad de síntesis de un buen creativo publicitario.
En el caso que aquí veis, la famosa marca de analgésicos nos encargó una valla que resultase tan impactante como original. Se lo iban a jugar todo a una carta, pues solo habría una valla situada junto a una carretera nacional. Tras darle vueltas durante unos días, el recuerdo infantil de los guiñoles que tantas veces había visto en la televisión surgió en mi atribulada cabeza (tal vez necesitada de ese mismo OKAL que pretendía ayudar a vender) como un estimulante relámpago en medio de la noche. Construir una valla que llevase incorporado un motor para que el polichinela apalease repetidamente al diablo fue toda una hazaña que solo fue posible gracias al buen hacer del departamento de Producción Gráfica de Remo.