Había un anuncio del siempre genial Tom McElligott (o por lo menos de su agencia Fallon McElligott) que decía algo así como «Es sorprendente cómo muchas personas cambian su visión de la publicidad cuando tienen que vender algo», todo esto sobre la página de anuncios por palabras de un tabloide americano. El anuncio formaba parte de una campaña cuyo objetivo era dignificar la publicidad presentándola como un elemento clave de la economía de mercado y de la libertad de elección del consumidor. Por ejemplo, otro anuncio de esta campaña mostraba a una chica joven con el rostro cubierto de espuma de afeitar y una maquinilla en la mano, con el siguiente titular: «A pesar de lo que algunos piensan, la publicidad no puede hacer que compres algo que no necesitas».