Una noche del otoño de 1989 salí del Metro y comencé a caminar por el Paseo de La Habana en busca del número 200. Llovía intensamente y había olvidado el paraguas en casa, sin embargo, andaba sin demasiada prisa y completamente enfrascado en mi pensamientos. Aquella noche tenía una importante cita en Slogan, la agencia de publicidad que en aquellos momentos era el centro de atención de todo el sector, pues había conseguido hacía poco la cuenta de la ONCE tras incorporar en su staff a algunos de los profesionales más prestigiosos de la publicidad española
Aquella entrevista, que era el resultado de un proceso iniciado semanas antes con la llamada de Douglas & Suárez, los cazatalentos más afamados de la época, era vital para mi carrera profesional. Entrar a trabajar en Slogan suponía dar un paseo de gigante en mi ascenso hacia el estrellato publicitario, y por eso aquella noche, mientras la lluvia resbalaba por mi rostro, me afanaba en hallar una frase brillante e ingeniosa con la que impresionar a la persona con la que iba a entrevistarme, Fernando Vallejo, Director Creativo Ejecutivo de la agencia.
Unos minutos después llegaba al nº 200 del Paseo de La Habana. Tras cruzar una zona ajardinada, me planté delante de la puerta de Slogan, tomé aire y apreté el timbre. Me abrió la puerta un hombre joven de pelo rizado y mostacho a la antigua usanza. Vestía muy clásico y me dio la sensación de que era el típico ejecutivo de cuentas. Viéndole tan acicalado y arreglado, reparé en mi desastrado aspecto: tenía el pelo revuelto y empapado, la cara cubierta de agua, y llevaba una vieja gabardina plástica pasada de moda. La inspiración, creo, llegó en ese instante de forma fulgurante y espontánea.
-Soy Rain Man-dije, emulando al genial Dustin Hoffman en la película del mismo título.
Aquel tipo de aspecto serio sonrió encantado con mi broma y me hizo pasar al vestíbulo. Luego supe que aquella cinematográfica ocurrencia mía no pasó desapercibida para el personal de Slogan. Durante una buena temporada muchos de ellos me llamaron -siempre con cariño-Rain Man; asimismo, corrió el rumor por la profesión de que yo me había autodenominado de ese modo debido a mi supuesto carácter autista; nadie tuvo en cuenta que aquella noche llovía a mares y que cuando dije eso de «rain man» solo quería decir eso, «soy el hombre de la lluvia».
La plana mayor de Slogan Madrid me esperaba en una sala de reuniones. Había un hombre alto, fuerte y de expresión apacible; un joven pecoso y de cabello claro a quien, a todas luces, le sobraban el traje y la corbata; y otro joven con aspecto de «enfant terrible» y frente «marlonbrandiana». Se trataban, respectivamente, de Fernando Vallejo, Director Creativo Ejecutivo, José María Piera, Director General y José Luis Esteo, otro de los Directores Creativos de la agencia. El joven del bigotón decimonónico que me había recibido en la puerta era Alejandro Rojas, Director de Cuentas. Estábamos intercambiando saludos y apretones de manos cuando la puerta del despacho se abrió y apareció un argentino de melena cana y rostro a lo Al Pacino que mencionó algo relativo al virado de una foto y desapareció a toda prisa. Más tarde supe que era el Director de Arte Horacio Bertolotti.
Luego, Fernando Vallejo me condujo a un despacho y me dio la noticia que desde hacía días aguardaba yo con ansiedad: le había gustado mi «book» y había decidido contratarme como copy junior. Así pues, desde aquel instante, comenzaba mi andadura en Slogan Madrid, la agencia que estaba de moda en aquellos momentos y que me depararía grandes y divertidos momentos.
Por entonces, mi book no contenía apenas trabajos: algunos textos redactados en Lintas, anuncios inventados…Cuando le pregunté a Vallejo por qué le había gustado mi portafolio, me enseñó un anuncio que yo había hecho en Lintas y que ni siquiera había sido publicado. El anuncio, escrito a máquina en un folio, era para una colección de novela negra promocionada por la marca de cigarrillos Pall Mall. A este anuncio le debo, en buena medida, mi entrada en Slogan y una serie de acontecimientos positivos que vinieron tras ésta. El anuncio decía así: