Una de las cosas buenas de esta profesión es que conoces a muchas personas, sobre todo si, como es mi caso, has cambiado muchas veces de agencia. Algunas de esas personas se convierten en amigos; otras se quedan en simples conocidos; y algunas otras no las quieres volver a ver en lo que te resta de vida.
Solo estuve seis meses en Lintas, pero me bastaron para comprender que los publicitarios constituimos una fauna muy especial: unos extraños animales convencidos de que realizamos el trabajo más importante del mundo y de que el resto de los mortales está pendiente de todas nuestras ocurrencias. Con esto no quiero decir que todos los que viven o malviven de la publicidad sean unos engreídos insoportables, tan solo quiero señalar que nuestro gremio peca a veces de un excesivo «ombliguismo», lo cual a veces se traduce en anuncios hechos por publicitarios para publicitarios.
Pero dejémonos de tanta filosofía y vayamos a los cotilleos, que es lo que realmente importa. Dicho de otra manera: ¿a quién conocí en Lintas? Seguir leyendo